martes, 9 de junio de 2015

Lactancia Prolongada & Hipoplasia Mamaria



Supongo que lo primero que debo hacer antes de entrar en la breve historia que quiero compartir, es darnos una idea del significado de las palabras que la titulan. Lactancia prolongada es casi una manera de decir, pues resulta relativa. Hay quien entiende que hace referencia a amamantar más allá de los seis meses argumentando por ejemplo que "el bebé ya empieza a comer" (incluso algunos pediatras sostienen esta idea). También puede interpretarse como aquella que continúa a partir del primer año, pues ya no estamos hablando del típico bebé sino que estamos ante un peque que come prácticamente de todo y además puede que hasta ya camine!!!. Luego está el concepto de que como la OMS dice claramente en sus recomendaciones que la lactancia debería mantenerse hasta los dos años o más, hay quienes entienden que la Lactancia prolongada hace referencia al período entre los dos y los tres años aproximadamente. Y por supuesto también hay matices, visibles e invisibles. Dicho esto me limitaré a dar mi pequeña visión: Yo prefiero la Lactancia sin apellidos. Ni corta ni larga, ni prolongada, ni exclusiva ni mixta ni artificial... y es que me resulta tan personal como cada madre con su bebé y su crianza. Y si hay lactancia (vínculo, amor, apego, consuelo, gozo, protección...) supongo que entonces lo que prima es el respeto, pues es una danza únicamente de dos, que paradójicamente precisa del cuidado de muchos: Apoyo de la pareja, del entorno familiar, de madre a madre, del personal sanitario, de los acompañantes en general, y puestos a pedir me atrevo a decir que de la sociedad entera (que aunque no acompañe, al menos no castigue a quienes optan por ejercer tan noble derecho). Entonces poco o nada queda por decir en relación al tiempo de duración de la misma.

Por otro lado resulta fundamental una definición certera de Hipoplasia mamaria, no sólo por su significado técnico sino por el grado de veracidad que pudiera tener este diagnóstico a la hora justificar una "baja producción de leche" (hipogalactia), que por cierto no suele ser real, sino que en la inmensa mayoría de los casos, podría ser consecuencia de factores tales como partos medicalizados, cesáreas, separación madre-bebé, postura de amamantamiento inadecuada, dolor, falta de apoyo, etc... Y entre tantos motivos que podrían fácilmente perturbar este proceso, dando a suponer que se trata de una producción de leche insuficiente, la Hipoplasia mamaria real, es muy probablemente la menos habitual.
Se trata del desarrollo incompleto de la glándula mamaria, insuficiencia de tejido glandular o ITG. Esto no significa que el tamaño del pecho sea necesariamente pequeño, pues podría tener tejido adiposo suficiente como para ser de cualquier tamaño pero es el tejido glandular el implicado en la producción de leche. Una característica habitual en casos de Hipoplasia mamaria real suele ser una notable asimetría entre una mama y otra, a veces con forma tubular, la areola bulbosa o los pechos muy separados entre sí.
A día de hoy este desarrollo incompleto se trata a nivel estético, sin embargo, aún no parece haber opciones para aumentar o regular la producción de leche, lo que no necesariamente impide amamantar junto con la suplementación adecuada a cada caso. Para esto, puede ser importante contar con el acompañamiento y asesoramiento apropiado a fin de alcanzar un objetivo muy claro: una Lactancia Feliz.
Y entonces sí, trascendiendo mis propias palabras, le puse nombre y apellido!

Esto invita a reflexionar sobre los peligros de "estandarizar suplementos" sin medir las posibles consecuencias a corto y largo plazo para madres y bebés interfiriendo en una muy probable lactancia exitosa, así como también a considerar que no deberíamos descartar posibles (aunque improbables) causas reales que, de ser detectadas a tiempo, facilitarían mucho las cosas.

Historia de una Madre:

"Cuando quedé embarazada de mi primer hijo, supe inmediatamente que aquello sería un punto de inflexión absoluto. En este breve relato no entraré en las historias de mis partos, ya que merecen un capítulo aparte y siempre serán las experiencias más maravillosas de mi vida.
En esta ocasión es la necesidad de compartir un descubrimiento precioso que me sorprende a día de hoy: La lactancia. Tan inmensa que no tengo palabras para definirla ni las quiero tener. Luché como una leona por amamantar a mi primer bebé. Los primeros dos o tres días tuve fuertes molestias en los pezones, pero a fuerza de hormonas del amor y calostro acumulado, salimos adelante y conseguimos el alta hospitalaria luego de un parto/nacimiento que tuvo lugar casi en la puerta de urgencias porque al llegar allí, mi niño ya estaba asomándose al mundo.
Al volver a casa inmersos en aquella felicidad total pude sentir alertada por el llanto de mi bebé, que a pesar de tanta perfección, algo no iba bien.
Empecé a sospechar que fuese lo que fuese, estaría relacionado con dos cirugías mamarias que me habían hecho años atrás (prótesis para aumento y simetría de pecho con insición trasversal del pezón, que a pocos días fueron extraídas en una intervención de urgencia ... Y digo "habían" porque nunca me sentí dueña de tal decisión, quizá por esa misma razón mi cuerpo las rechazó. Esto no sólo había insensibilizado totalmente las areolas, sino que también dejó muchos conductos galactóforos desconectados entre sí, y a pesar de todo, la naturaleza volvió a triunfar sobre nuestra ignorancia.
Acompañada por una Doula-Matrona que me visitaba a domicilio regularmente, poco a poco se fue estableciendo la lactancia y sin embargo, mi bebé reclamaba ... (He dicho bien, doula y matrona, que parece no ser lo mismo ni ser incompatible sino una hermosa y posible combinación según mi experiencia) pero ni aquel llanto ni aquella balanza estaban satisfechos, y por supuesto, yo tampoco. Sin embargo mi deseo de amamantar era tal, que insistí en continuar a demanda total. Juro que lo tenía en la teta día y noche! llegué a calcular 20 horas diarias de un agarre adecuado, pero nada. A la semana siguiente fuimos a la consulta y el pediatra me echó la bronca y con ella, la orden de suplemento que no quise darle... Así empezó nuestra desesperada lucha, probando de todo menos biberones durante un par de semanas más, hasta que por fin dí con La Liga de la Leche.

Allí me recibieron amorosamente, constataron que efectivamente había que "reforzar ya" y nos dieron el continente necesario para suplementar sin que la sensación de fracaso oscuresiera lo que se supone como el mejor momento de nuestras vidas. Recuerdo que me sentaron en un sofá muy cómodo, me recordaron lo bien que lo estábamos haciendo a pesar de las dificultades y sólo entonces...  me ofrecieron un relactador. (Este pequeño artefacto provee leche por una pequeña sonda que se coloca junto al pezón, y de este modo se consigue suplementar mientras estimulamos la producción a la vez que se cuida el vínculo madre - hijo). Gracias a este recurso y al apoyo recibido pude dar el pecho mirando a los ojos a mi bebé mientras se saciaba poco a poco hasta quedarse dormido sobre mí. Qué alivio tan grande sentimos los dos! Gracias cada día.

En aquel momento no pude ni quise ahondar más en las posibles causas y no estaba dispuesta a creerme eso de "no tengo suficiente leche" o "mi leche no es buena" asique me aferré al relactador durante los siguientes seis meses hasta que, a causa de un agotamiento inabarcable, finalmente, apenas mi niño empezó a comer alimentos sólidos, "me pasé al biberón" porque a pesar de haber conseguido amamantar hasta entonces, mi producción de leche, inexplicablemente, no había aumentado nada.

En mi segundo embarazo me preparé conscientemente para conseguir una Lactancia Feliz, confiaba y confío absolutamente en el proceso fisiológico del parto y no estaba dispuesta a dejar la lactancia fuera de ese concepto. Sin embargo, a pesar de todos los cuidados del mundo, y luego de un parto en casa lleno de bendiciones, resultó que mi bebé no aumentaba lo necesario, por lo que esta vez no me hice esperar y opté casi inmediatamente por lo que se conoce como Lactancia mixta, intercalando teta y biberón.
Supongo que lo más interesante de esta historia es que pude disfrutarla en todo momento (de hecho llevamos cinco años lactando!) y es tan grande mi alegría y mi gratitud que tuve la necesidad de profundizar en este misterio fascinante al punto de formarme como asesora de lactancia y así poder también acompañar algún día a otras mujeres en sus propios procesos, dando aunque sea un poco de lo que ellas tan generosamente me han sabido dar a mí. Fue entonces cuando finalmente, una mañana de curso dí con la respuesta completa: Hipoplasia Mamaria. Algo así como un "autodiagnóstico secreto" que ciertamente tuve el agrado de confirmar en la consulta de la Dra Baeza, una mujer a la que admiro y aprecio. Insuficiente tejido mamario, sencillamente imposible aumentar la producción. ¿Además del plus de los conductos desconectados y las areolas intervenidas? Soy la chica del millón!! Lo que hace del fracaso mis LME Lactancias maternas exclusivas, todo un milagro de LP Lactancia prolongada... contra todo pronóstico.

A decir verdad, en mis circunstancias fue el mejor resultado al que podía apirar. Comprendí que aunque fueran cuatro gotas, son las cuatro de mis hijos, un verdadero regalo y un alivio absoluto que me permitió sanar viejas heridas y llegar a sentir mis lactancias como Exclusivas, pues a pesar de las dificultades y limitaciones, lo he dado absolutamente Todo".









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