viernes, 29 de abril de 2016

Feliz día de la Madre Real


Cada cierto tiempo me abraza la necesidad de escribir al menos alguna de las tantas "reflexiones" que revolotean en mi cabeza cada vez que la maternidad me sacude fuerte, y es que tiene la costumbre de hacerlo con frecuencia, influenciada por las cíclicas lunas y/o las impredecibles hormonas.

A veces esta Misteriosa Dama me empuja sin preaviso al fondo del mar y luego me mece sutilmente hasta la superficie, me da un golpe de aire frío en la cara y seguidamente me cubre la espalda con un cálido manto sobre los hombros, me hace cosquillas con las plumas más suaves y de repente un llanto primitivo se apodera de mí.
Otras veces me siento como perdida, intolerante o amarga… aunque las luces siguen brillando, amanecen una y otra vez compensando toda sombra. Y es que no sabía yo que la felicidad más auténtica y el gozo vital más íntimo pudieran coexistir con soledades, miedos y tristezas exhaustas… Hasta que fui Madre.

Es cierto que pasé de existir en los sitios ya existentes a existir casi únicamente en sitios existenciales, algo que puede resultar tan desconcertante como enriquecedor, pero tiene todo el sentido del mundo, es lo que toca, siento que es exactamnte donde debo estar.
Ya volverían a asomarse a mi ventana aquellas despreocupadas facetas olvidadas, se desenterrarían como raíces de hierba buena resurgiendo en primavera, despertarían como un oso de su cueva invernal…cuando los niños crecieran y cuando todas y cada una de las piezas encontrasen su lugar natural, yo, que ya no era ni volvería a ser quien supe ser en mi vida anterior, sería más Yo que nunca.

Y van pasando los ciclos y los giros del planeta, van brotando en mis ojos las marcas de las risas y los brillos de las lágrimas, van sonando en una infancia nueva las canciones de la mía, van importando cada vez menos cosas y las pocas que importan… cada vez importan más.
Entonces, rodeada de crianza bailo y sueño con dudas y certezas que solo yo puedo ver entre la noche y el día en la bendición de ser. Hasta que un amanecer sorprende al cachorro grande siendo más alto que quien lo ha visto nacer, su voz es profunda y su cuerpo casi adulto (el mismo que recibí con mis manos) y la pequeña se ríe de todo lo que hay que ver, procurando que entre risas no se le escurra la teta que custodia entre sus dientes de leche, hasta que sus carcajadas se convierten en canción.

Hoy siento alas en mi espalda, más de águila que de ángel, y soy bastante más Yo que antes de estas remotas verdades, pero que mucho más Yo que antes de renacer en esta empoderante aventura que ni sentido tiene contar pues la escribo para mí pero quiere ser oída.
Un Yo sin pertenencia y con tal identidad que ni cabida tiene en nuestra sociedad herida, por no decir enferma, donde se menosprecia y desprecia la femineidad más salvaje en nombre de la igualdad de género. Donde se somete la crianza a la cultura de la separación, aglomerando bebés en depósitos de niños y reclutando a tanta madre en un despacho prometedor de una carrera que probablemente se traducirá en aportes eternos para bajas insignificantes.

Y es que cuando la jornada laboral supera las intermitentes horas de sueño y tus ratos libres te apuran cocinando con un hijo colgado a la espalda en un fular, mientras discutes con el mayor pues lo has pillado fumando a la salida del "Tuto", cuando ya no recuerdas lo que es ir al baño sola y recibes más llamadas de jefes de estudio que de amigos, cuando tienes la casa patas arriba y el pelo hecho un asco, cuando tu mejor amiga anda peor que tú porque está criando a cuatro sin perder su trabajo remunerado y además vive al otro lado del mundo porque tú eres inmigrante y ni primos te han quedado, es difícil que alguien llegue a ver que en realidad no sólo NO eres una quejica cualquiera, sino que en este perfecto caos vital, sientas en cuerpo y alma que aquello de ser Feliz es mucho más Real de lo que imaginabas.

2 comentarios:

  1. Felicidades Sol por un texto tan emotivo y rebosante de sensibilidad. Desde mi perspectiva, la de padre, tus palabras me evocan la maternidad vivida por mi mujer, y en la distancia, el recuerdo de mi madre. Enhorabuena por una labor que aporta tanto de algo tan fundamental de lo que carecemos actualmente; HUMANIDAD.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Muchas gracias Javier! No sabes cuánto valoro que estas alentadoras palabras vengan,además, de un hombre y padre.
      Otro abrazo para ti y tu familia!

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